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domingo, 8 de noviembre de 2009

¿ÉL O ELLA PARA COMBATIR EL ESTRÉS?

Quién te ayuda mejor a combatir el estrés,


¿Quién crees que te proporcionaría mayor efecto de apoyo antes de vivir una situación de estrés: tu pareja o tu mejor amig@?

Podemos contestarte: parece que depende de tu sexo.
De los experimentos que llevaron a esta conclusión y de otras muchas cosas relacionadas con el estrés nos habló en Redes la neurocientífica Sonia Lupien. Tuvimos la ocasión de disfrutar de su energía y de su contundente discurso cuando se acercó a Barcelona, invitada a las jornadas Estrés: naturaleza, consecuencias y cómo hacerle frente.

Los experimentos que describió Lupien fueron llevados a cabo por el equipo del psicólogo Clemens Kirschbaum, y se realizaron sometiendo a algunos voluntarios –mujeres y hombres- a una situación de estrés estandarizada que combina la falta de control y el sentimiento de amenaza por evaluación social, dos de los elementos característicos de cualquier escenario estresante.

El escenario consistía en una breve exposición frente a un serio tribunal, que realiza luego una serie de preguntas sobre aritmética al participante “a estresar”.

El detalle no importa. Es este test, como podía ser un enorme mamut acercándose al voluntario; al cerebro le da exactamente igual.


La situación de estrés en los voluntarios dura 10 minutos, y se desencadena de la siguiente manera: Cuando la información estresante llega al hipotálamo, alojado bien adentro en el cerebro, esta glándula desata la alarma provocando la liberación de adrenalina y cortisol en sangre. Se inicia entonces una súbita conmoción en el cuerpo: el afectado siente su corazón frenético intentando huir de la caja torácica, las glándulas del sudor segregan líquido sin control, el hígado ordena a gritos la liberación de glucosa en la sangre, no llega saliva a la boca, y las pupilas se dilatan en busca de luz y pistas que iluminen al cerebro. Además, mientras ocurren todos estos cambios, las funciones básicas como la reproducción, la digestión, o incluso el sistema inmune, se paralizan o se ven alteradas.

Antes del experimento, se informaba brevemente a los participantes sobre la situación de estrés que iban a soportar, y se les daba 10 minutos para “prepararse”. En ese tiempo podían traer a su pareja para que les apoyara. Tras medir los niveles de cortisol en la saliva, Kirschbaum y sus colegas observaron que los voluntarios hombres que habían recibido el apoyo de sus parejas femeninas, redujeron más su estrés que las mujeres que estuvieron con sus parejas masculinas justo antes de empezar la prueba.

El ensayo se rehizo, pero esta vez, la persona de apoyo durante el pre-estrés era el mejor amigo en el caso de los hombres, y la mejor amiga en el de las mujeres. Aquí el efecto relajante del apoyo social se invirtió: las mujeres eran ahora las más reconfortadas, al tener el soporte de su mejor amiga.

¿De dónde viene esa diferencia entre sexos con respecto a la ayuda psicológica frente al estrés? ¿Será cuestión de la mayor capacidad de empatía atribuida a las mujeres? ¿Influirán en algo las relaciones de competitividad que se establecen entre hombres? De momento no podemos contestar, pero vemos que ciertas personas de nuestro entorno pueden brindarnos un mayor soporte moral ante una situación de estrés.

El torrente metabólico que inunda tu organismo durante todo el episodio inesperado y amenazante de estrés es muy útil ya que te prepara para reaccionar: bien sea huyendo o atacando. Una vez fuera de peligro, las constantes vuelven a la normalidad y el cuerpo pone en marcha los mecanismos necesarios para reparar los posibles daños internos. Es un proceso natural que habita en los organismos complejos, con gran fortuna, desde hace millones de años.

El problema es que cuando se prolonga en el tiempo y cuando las situaciones que lo originan son tan diversas y numerosas como lo son en nuestra vida cotidiana, se puede convertir en un serio enemigo.

El estrés crónico, con todo el vaivén de hormonas que arrastra, acaba afectando al equilibrio físico y mental del individuo, dejando secuelas en la eficacia de la memoria, en la regulación del hambre y la saciedad, y en las defensas ante infecciones entre un largo etcétera de efectos negativos.

Para luchar contra el estrés debemos entender cuál ha sido su función en la evolución, qué papel tiene para nosotros hoy en día, y cómo actúan los mejores métodos que utilizamos con el fin de atenuarlo. No hay duda que el apoyo social es uno de los más importantes, y varias investigaciones demuestran que detrás de sus beneficioso se esconde de nuevo nuestra famosa oxitocina, la hormona clave en el amor, el afecto y la confianza.



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