Es una vieja retahíla de preguntas que se debate en la cabeza de los amantes (sobre todo, los que son algo reflexivos o han pasado por horcas caudinas): ¿cuántos estamos en este beso o en esta cama? ¿Quién o quiénes están haciendo el amor? ¿Yo soy yo y ella, por ejemplo, es ella? ¿El placer es compartido o es de cada uno para sí mismo?
He aquí la aproximación de Pamuk, en la novela que tratábamos ayer, a la oscura cuestión que se enrevesa en la mente del apasionado: "A medida que nos besábamos largamente saboreando los besos, los dos nos dábamos cuenta de que en aquello intervenían tanto nuestros recuerdos como las húmedas bocas y las lenguas que se envalentonaban mutuamente.
Así, al besarla, primero la besaba a ella, luego besaba a la Füsun que recordaba, luego abría los ojos por un instante, los cerraba y besaba a la Füsun que acaba de ver y a la de mis recuerdos, pero poco después a esos recuerdos se les añadían los de otras jóvenes que se le parecían y también las besaba a ellas y luego me encontraba más viril por estar besando a toda aquella multitud y en ese momento al besarla a ella la besaba como si fuera otra, y el placer, la confusión y tantas nuevas ideas ('Es una niña', decía una idea; 'Sí, una niña muy mujer', decía otra) que me provocaban su boca infantil, sus anchos labios y los movimientos en el interior de mi boca de su ansiosa y juguetona lengua, iban creciendo y mezclándose con todas las personas que yo era al besarla y todas las Füsun que revivían en mis recuerdos al besarme ella".
"Si dejamos de lado el instrumento de placer más evidente del varón, lo que más le interesaba a Füsun no era mi cuerpo ni 'el cuerpo masculino' en general. Su curiosidad y su excitación más auténticas iban dirigidas a sí misma, a su propio cuerpo y sus goces. Para extraer de su piel aterciopelada y de su interior los puntos del placer y todas sus posibilidades, eran necesarios mi cuerpo, mis brazos, mis dedos, mi boca. Según surgían de su cuerpo las posibilidades de ese nuevo gusto, algunas de las cuales requerían a veces mi guía puesto que las desconocía por completo, Füsun se quedaba atónita.".
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