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Alumno vigoroso

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miércoles, 21 de octubre de 2009

ABORTO EN LOS COLEGIOS

la Corte ha determinado que en los colegios colombianos debe orientarse al joven entorno al tema del aborto.
Pues bien el tema en Europa está candente entre el status quo y el progresismo. he aquí una mirada a un editorial del Diario del Mundo en torno al tema que es candente en españa.

Dice el editorial de El Mundo, a modo de reflexión sobre la manifestación del sábado contra el aborto en Madrid, que el Gobierno se halla ahora en la obligación de buscar consenso: como si la producción intelectual (política, moral) de nuestro país no se hubiera especializado en la creación de situaciones paradójicas, es decir, aquellas en que las soluciones propuestas son necesariamente malas.

No porque lo sean en sí, o alguna de ellas lo sea en sí, sino porque se ofrecen en un escenario antagonista, de opuestos irreconciliables, de pensamiento contra el otro (del que los ecumenismos fideístas, empezando históricamente por el catolicismo y acabando por los izquierdismos, han obtenido su grey).

Así, dice el Gobierno que la reforma de esta ley se corresponde con la norma existente en países del entorno, lo cual es un dato que supura tranquilidad de conciencia, pero no argumentos específicos. Más argumento sería un simple detallamiento de la realidad, cuántas mujeres abortan, por qué, con qué derecho o desde qué principio de conciencia se las juzga o castiga.

Así, dicen los señeros antiabortistas que las chicas de 16 años no están en condiciones de decidir por sí solas la interrupción del embarazo, y sin embargo se las supone en condiciones absolutas de mantener y educar a un hijo.

Cada variante reflexiva, elaborada a partir de posturas previas e intransitivas (nada que discutir, porque el propio discurso proscribe tal horizonte), conduce a un callejón sin salida. Y los callejones sin salida son territorios ideales, en la clausura de su estrechez, para que hablen los puños y las pancartas.

Luego, está el bien (casi) común. En el caso del Gobierno, de solidaridad con los desfavorecidos (como si sólo abortaran ellos), una sensibilidad de la que presume en exclusiva, y también como si la sensibilidad tuviese calidad argumentativa. Por el otro lado, una forma de compasión por los que no saben lo que hacen (más de catequesis que de Evangelio): una joven manifestante confiesa que ella abortó y que no se lo desea a ninguna otra mujer, con lo cual niega a las demás su albedrío (una especie de compasión negativa).
Pero sí, vendría bien un consenso. Cómo no.


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